¿De dónde viene el divorcio?
Si está pensando en divorciarse, probablemente tenga curiosidad por saber más acerca de este trámite. La figura del divorcio es casi tan antigua como la del matrimonio, aunque es cierto que muchas culturas no lo admitían por cuestiones religiosas, sociales o económicas. La mayoría de las civilizaciones que regulaban la institución del matrimonio nunca la consideraron indisoluble, y su ruptura generalmente era solicitada por los hombres. No obstante, no era tarea fácil, ya que, normalmente, el nacimiento de un hijo volvía imposible disolver un matrimonio.
Si miramos la Grecia antigua, nos encontramos con que allí se permitía el divorcio por mutuo disenso y la repudiación, pero el hombre debía restituir la dote a la familia de la mujer en caso de separación.
En el Imperio romano los casos más frecuentes eran los de concubinato y la unión libre, en todas las clases sociales. El matrimonio respondía a un objetivo puramente económico: la transmisión del patrimonio a los descendientes directos en vez de otros miembros de la familia o la sociedad. Por tanto, quien no tuviese patrimonio, o los esclavos, no tenían por qué casarse, o incluso no se les permitía.
Llegado el cristianismo, el divorcio quedó prohibido, aunque se permitía la nulidad matrimonia, tramitada por los tribunales eclesiásticos.
En 1796, Francia incorporó la ruptura del vínculo matrimonial, y el resto de países europeos, detrás. El divorcio ha causado grandes polémicas en los países mayoritariamente católicos, pues la Iglesia Católica no considera posible el divorcio. Malta fue el último país de la Unión Europea en legalizar, tras referéndum, el divorcio por un 52% de apoyos.
El divorcio no es algo nuevo. Para hacerle frente, puede consultar con nuestros abogados, expertos en derecho civil. Nuestro despacho de Málaga lleva años prestando servicio y asistencia a parejas que buscan divorciarse de la manera más rápida y sencilla. No dude en visitarnos sin compromiso, nuestros mejores expertos le atenderán.
Si miramos la Grecia antigua, nos encontramos con que allí se permitía el divorcio por mutuo disenso y la repudiación, pero el hombre debía restituir la dote a la familia de la mujer en caso de separación.
En el Imperio romano los casos más frecuentes eran los de concubinato y la unión libre, en todas las clases sociales. El matrimonio respondía a un objetivo puramente económico: la transmisión del patrimonio a los descendientes directos en vez de otros miembros de la familia o la sociedad. Por tanto, quien no tuviese patrimonio, o los esclavos, no tenían por qué casarse, o incluso no se les permitía.
Llegado el cristianismo, el divorcio quedó prohibido, aunque se permitía la nulidad matrimonia, tramitada por los tribunales eclesiásticos.
En 1796, Francia incorporó la ruptura del vínculo matrimonial, y el resto de países europeos, detrás. El divorcio ha causado grandes polémicas en los países mayoritariamente católicos, pues la Iglesia Católica no considera posible el divorcio. Malta fue el último país de la Unión Europea en legalizar, tras referéndum, el divorcio por un 52% de apoyos.
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